

And Life Goes On…
Season 3 Episode 13 | 1h 16m 38sVideo has Closed Captions
Carlos hides Alberto’s survival. Cafiero returns to restore order.
Ten days after the plane crash, Ana gets some unexpected news. Carlos hides his knowledge of Alberto’s survival. Tired of the intrigue behind the doors of Velvet, Cafiero vows to impose order.
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And Life Goes On…
Season 3 Episode 13 | 1h 16m 38sVideo has Closed Captions
Ten days after the plane crash, Ana gets some unexpected news. Carlos hides his knowledge of Alberto’s survival. Tired of the intrigue behind the doors of Velvet, Cafiero vows to impose order.
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Learn Moreabout PBS online sponsorship-El vuelo que salió ayer de Barajas con destino a La Habana ha sufrido un grave accidente.
-Señores, por favor, mantengan la calma.
-¿Se sabe algo ya?
¿Han confirmado el número de vuelo?
-¿Ha salido algo?
-El aeropuerto es un caos.
La compañía está sobrepasada, nadie sabe nada.
-¿Ni siquiera has podido confirmar si era el vuelo?
Ahora no es un buen momento.
No sé si estás al tanto, pero estoy desbordada.
-Ayer Alberto cogió un avión.
-Volaba... -¿A La Habana?
-Vamos a pensar que esto puede tener un final feliz.
-Buenos días, doctor, ¿qué tal ha ido todo?
-Siento decirle que hemos detectado un pequeño problema en su útero.
Esto no significa que no pueda quedarse embarazada.
-Que está todo bien.
Que nada, que es cuestión de tiempo y de paciencia.
¿A que sí, Lucía?
-Así que no soy manso.
-No.
-No me lo puedo creer.
-Esto no es un patio de colegio.
Esto son negocios.
Y, o colaboramos todos o se nos va de las manos.
-Somos accionistas y no hemos sabido hasta hoy nada de lo que estaba pasando.
-Eso tiene fácil arreglo.
Hay alguien aquí que tiene todas las respuestas, -Mateo.
-Un momento.
Tengo que daros una noticia.
Hace unas horas Alberto se subió a un avión de Airsa rumbo a La Habana.
Están dudando si el vuelo accidentado es el de Airsa o no.
-Le deseé la muerte.
-Pareces dura y fría, pero no lo eres.
-Bárbara, por favor... Cristina, lo que está claro es que tu vida sin Alberto es mucho mejor.
Créeme.
Ya has llorado suficiente mientras le tenías a tu lado.
-¿Vas a llamar otra vez a Sara?
Ana, seguro que está reunida... -Carlos, Soy Ana.
Ana Rivera.
-Ana.
-Dime que no era vuestro vuelo.
Dime que no.
-Lamento no traer buenas noticias.
Esta es la lista con los nombres de todos los pasajeros que facturaron su equipaje.
Alberto es uno de ellos.
-¡Ana!
Ana.
-Siempre te llevaré conmigo.
Igual que Ana, la mujer de tu vida y todos los que te queremos.
-"Carlos, hemos localizado al pasajero que buscas.
Alberto Márquez figura en el vuelo a Estambul minutos más tarde del vuelo a La Habana".
Te acompaño en el sentimiento.
-Necesito pensar que estas palabras Algún día llegarán a ti.
Sé que necesitamos tiempo y distancia para superar los golpes que hemos recibido.
Ana, algún día volveré a buscarte, y esta vez nada ni nadie podrá separarnos.
[♪ Alba Llibre: "Falling In Love"] [♪música clásica] -Buenos días.
-Buenos días.
-Buenos días.
-Buenos días, señor piloto.
Un día de estos, nos despierta usted a nosotros.
-Buenos días, Jonás.
-Buenos días, don Carlos, de nuevo.
A este paso, va a ser usted el que haga la entrega de las cartas de por la mañana.
Siempre tan puntual.
-Disculpa, Pedro, no te he preguntado por el correo de Ana, ¿verdad?
-No, no lo ha hecho.
Pero veamos... No, no, no ha llegado.
Ah, disculpe, disculpe, Aquí hay una carta en nombre de Phillipe Ray.
-Gracias, Pedro, yo se la entrego.
-Pedro, mueva los pies, por favor, vamos.
-Sí, estaba haciendo ya la entrega de por la mañana.
-Disculpe, ha sido mi culpa, le estaba entreteniendo.
-No le cubra, por favor.
Desde que sale de su cuarto hasta que llega a las galerías, para más veces que el tren de Arganda, que pita más que anda.
Además, hoy tenemos la colección de joyas, así que espabile con el... Señor Infantes, ¿no echa nada de menos en su indumentaria?
Una pequeña prenda.
Póngase la corbata, por favor.
-La corbata, la corbata.
-Carlos, quisiera darle las gracias por venir a ver a Ana cada mañana.
Está resultando muy duro para todos.
-Lo sé, don Emilio, en la compañía estamos todos iguales.
Diez días no son suficientes para reponerse de algo así.
-Sí, es posible que ni siquiera toda una vida sea suficiente.
No hay manera de que salga de su habitación.
-Poco a poco seguro que se irá recuperando.
La vida de Ana no puede terminarse en ese avión.
-Sí, es posible que con el paso del tiempo se reponga, pero me temo que la Ana que usted conoció haya desaparecido en ese vuelo.
Y ahora, con su permiso, debo ocuparme de la colección.
De manera que volveré un poco más tarde.
A ver si con un poco de suerte usted consigue que coma algo.
-Lo intentaré.
-Gracias.
[carraspeo] [♪música de suspenso] -Adelante.
No hace falta que te molestes.
-Para mí venir a verte no es ninguna molestia, Ana.
¿Cómo te encuentras hoy?
¿Has desayunado?
-No tengo hambre.
-Te preparo una infusión.
-Carlos, no me encuentro bien.
-Ana, lo sé, pero si no comes nada, te vas a sentir cada vez más débil.
-Te agradezco que te preocupes por mí.
-Venga, inténtalo.
[♪música nostálgica] -Perdona.
-¿Ana?
¿Ana?
Ana.
Ana, ¿estás bien?
-Perdóname, Carlos.
No tengo un buen día.
-Claro, tranquila.
Vuelvo en otro momento.
No quería molestarte.
-Gracias por venir igualmente.
-Adiós.
[♪ Teresa James: "Honey Don't Worry"] Querida Ana, en el último momento decidí cambiar de rumbo y perderme en un mundo desconocido.
Estoy descubriendo la ruta de la seda y en ella un nuevo horizonte para mí.
Estoy seguro de que ya te estás preparando para ser toda una figura europea de renombre.
Mientras, permíteme que me aleje un poco más para intentar encontrarle un nuevo sentido a mi vida.
Al menos de momento.
Cuando me encuentre conmigo mismo, en algún lugar, te volveré a escribir.
Te amo y siempre te amaré.
Alberto.
[♪música melancólica] -Rita, me he subido y sin corbata.
Dios mío de mi vida.
¿Ha visto mi corbata por algún lado?
No sabes el lío que hay montado ahí arriba.
Con la presentación de las joyas, vamos, que ni la boda de la nietísima.
No la encuentro.
¿Qué te pasa?
¿Estás preparando la canastilla?
Claro, tienes la... Que vamos a ser padres, Rita.
Que vamos... -Que no.
Que no, Pedro, hombre, que no.
-Disculpa, es que como te había visto con esto, pues me he distraído, la verdad.
-No, pues estaba haciendo limpieza.
Que estamos aquí, que no cabemos, Pedro.
Eso se lo tendría que dar a alguien que esté esperando, porque nos ocupa espacio.
Y como yo no... -¿Qué dices, Rita?
Por favor, esto es para nosotros, para cuando nos toque.
-Que no, que es blanco, se ensucia mucho.
Tiene muy mal lavar.
-Oye, Rita, a ti que haya estado Manolito estos días no te ha venido muy bien, ¿verdad?
Si es que ya le dije yo a mi primo que es un traste.
¿No te ha hecho feliz que estuviste aquí?
-Que sí.
Que sí me ha hecho feliz.
Si Manolito es un ángel.
Está más mayor, eso sí.
-Sí.
-Venga, vete para arriba, que las víboras te estarán necesitando ya.
Tú dile que es la corbata de los domingos, pero bueno, no se van a dar cuenta.
-Gracias.
-Ahí, eso es.
Ahí está.
Ah, ah, ah, ah.
Señora Márquez.
-¿Están listas las vitrinas?
-Casi, casi.
-Esa luz un poquito más tenue.
-Está previsto.
-Y los laterales un poquito más intensa, por favor.
-No se preocupe, mañana estará todo listo para la inauguración oficial.
-Confío en que así será.
Esta colección de joyas la diseñó mi hermano junto a mi padre.
-Lo sé muy bien, sí.
-¿Cree que hago bien en sacarla?
-Por supuesto.
Su padre y su hermano estuvieron siempre enfrentados por esta colección, cuando en realidad los dos perseguían lo mismo.
Sería una pena que no viese la luz.
Va a ser un éxito, ya verá.
-A veces me arrepiento de tantas cosas.
¿Seguimos?
-Quiero esa [inaudible] más centrada.
-Ya han oído a la señora Márquez, por favor.
-Y el atril... -El atril elevado a una doble altura.
Lo tendrá, no se preocupe.
-Muchas gracias, don Emilio.
-No tiene por qué darme las gracias.
[♪música clásica] -Cualquiera diría que mañana presentáis una colección.
-Eres tú la que se ha apoderado de ella.
-La lista de invitados.
Necesito que la confirmes hoy.
-Vaya, no hay ni la mitad de los previstos.
¿No será que te han anulado y por eso acudes a nosotras?
Porque lo que es para la colección... -La colección es de mi familia, Bárbara.
No voy a permitir que pase por tus sucias manos.
[risa sarcástica] -No me hagas hablar de sucias.
-¿Vamos a seguir con esta guerra toda la vida?
Patricia, te recuerdo que la idea de crear una línea de joyas Velvet fue cosa nuestra.
-Y yo te recuerdo que sin mí no lo habrías conseguido.
El proveedor es mi marido.
-Sí, un tipo que nos ha dejado abandonados a última hora por una mina en Guinea.
-Bueno, todavía puedes abandonar el barco, nada me gustaría más.
-Ni lo sueñes.
Hoy llega Cafiero.
Y no quiero enterarme al mismo tiempo que él de las novedades de la presentación de mañana.
Yo apoyé esta colección, Patricia.
Por Alberto.
Por su memoria.
-Bueno, pues cierra y toma asiento.
[♪música clásica] [♪ Kathleen Irvine: "So In Love"] -Buenos días.
¿Cómo no me has despertado?
-Perdona.
No sé, no me acordé.
-¿Te acordaste de qué?
¿De que duermo contigo o de que soy tu secretaria?
-Clara, tengo que irme.
Cafiero llega en una hora y voy tarde.
-Pues nada, no te preocupes, ya voy yo por mi cuenta a las galerías.
-Clara.
-¿Qué?
-Acuérdate de cerrar bien la puerta cuando salgas.
Te veo luego.
[puerta se cierra] -Está ahí a gritarle, así... Yo qué sé, pobrecito mío, si es que... -Pero si es que no entiende nada.
-Ya, pero ¿y entonces cuándo le digo?
-¡Ay!
-¿Qué?
¿Tú también vienes de malas?
Pues no hemos empezado el día.
-Es que no quiero ni hablar del tema.
¿Cómo está?
-Todavía no la hemos visto.
Anoche la dejé en la cama hecha un trapo, la verdad.
No sé qué vamos a hacer con ella.
-Vamos a verla, ¿no?
-Ana.
¿Se puede?
-¿Dónde se ha metido?
-¿Dónde estabas?
-En el baño.
Estoy fatal, llevo toda la mañana vomitando.
-No puedes seguir así, te vas a quedar pa'l arrastre.
-Ana, que cada día estás peor.
-Deberíamos llamar a un médico.
-No, no llaméis a nadie.
Solo necesito diez minutitos más.
-Pero ¿cómo vas a estar lista en diez minutos si no puedes ni con tu alma?
-Y así no te puedes presentar delante de Cafiero.
-Claro, tendrá que comprender que después de lo que ha pasado, diez días no son nada.
Voy a subir a solucionar esto con Mateo.
-No, Clara, por favor, no.
Quiero estar arriba cuando llegue Cafiero.
-No digas bobadas.
-Tú no estás para hablar de negocios.
-Lo que deberías hacer es descansar y tratar de comer algo que te asienta el estómago.
-Alberto ha puesto todo por mí.
Y no le puedo fallar.
-¿Estás segura?
[♪ S. Huguenin, C. Padovan, Y. Sanna: "Kiss Me My Darling"] -¿Dónde va?
-Ahí, en el hueco.
Así, tal cual.
-Así, tal cual no, primo, no se ve el vestido.
-Da igual.
A ver, si tú eres un cliente y te pones delante... -Pero es que tendrías que ver el vestido.
La cara que tiene la pobre, pues no así.
Señor De la Riva.
-¿Todo esto qué representa?
¿En qué momento estas galerías se han convertido en un puesto de alhajas del rastro?
-Es la presentación de la colección de joyas, señor.
-¿Pero qué joyas?
Vamos a ver.
Velvet es moda.
Y sin moda, no hay negocio.
¿Qué hacen aquí mis diseños?
-Pues, le explico, la señora Patricia es la que distribuye la planta principal.
-Ah, la señora Patricia.
Ya.
No, si aquí, cada uno para lo suyo.
¿A qué hora viene el señor Cafiero?
-Pues en media hora, más o menos.
Porque nos han dicho que antes tenemos que tener todo esto listo.
-Antes de que llegue el señor Cafiero, quiero ver todos mis modelos y los de Phillipe Ray puestos en primera línea.
-Pero tenemos... -¿Estamos?
Si no es así, aquí va a haber más que paroles.
-¿Paroles?
-Paroles.
-¡Patricia!
¡Patricia Márquez!
-¿Se puede saber qué pasa?
-Acabo de entrar en las galerías y toda mi colección está apartada y escondida como si fueran trapos sucios.
¿Tú has perdido la cabeza o qué está pasando?
-Mañana se presenta la colección de joyas.
-Sí, y hoy llega Enzo Cafiero, y no voy a permitir que se me trate como un diseñador de tercera, sobre todo ahora que Alberto Márquez no está aquí con nosotros.
-Raúl, esto no tiene nada que ver con la ausencia de Alberto.
-Siempre que se presenta una nueva colección en Velvet, se le da todo el protagonismo que merece, Raúl.
[risa sarcástica] -¿Tú te crees que yo me chupo el dedo, Cristina?
Cafiero se incorpora a Velvet para lanzar internacionalmente a Ana Rivera, y tú quieres quitarle el protagonismo con tu colección de joyas.
-Las joyas llegaron antes que el fracaso de esa.
-El fracaso de esa tiene que ver mucho con las artimañas de tu amiga Cristina.
-Basta, Raúl.
-Quiero mi colección y la de Ana Rivera en la entrada principal y en cada rincón de estas galerías.
-Bajaré a ver qué puedo hacer.
-Gracias.
[timbre de ascensor] -Buenos días.
-Buenos días.
-¿Va todo bien?
-No.
Me temo que la llegada de Cafiero ha generado enfrentamientos por todos los frentes.
-¿Qué ha pasado?
-Raúl quiere mantener el protagonismo en su colección y la colección de joyas no puede estar más cuestionada por tus mujeres.
-No tienen ni pajolera idea.
Tú y yo sabemos que no han venido a estas galerías precisamente a trabajar.
Así que eres la única que puede llevar la colección a buen puerto.
-¿Y cómo sé que no me estás jalando el oído?
Te he visto traicionar a tu propio padre.
-Y yo te he visto traicionar a tu propio hermano.
Y mírate, al frente de la que había sido su colección.
Y estoy a tu lado.
Te repito lo que te dije en la iglesia.
Me tienes aquí para lo que quieras.
[♪canción en inglés] -Miriam.
-¿Sí?
-Vamos a mover ese mueble al fondo.
-Por supuesto.
-Gracias.
-En mala hora aceptamos que Patricia formara parte del negocio.
-En mala hora se me ocurrió poner a Ana al frente del taller con mi vestido de novia.
¿Tú has visto con qué desprecio me ha hablado Raúl?
-Está claro que esto va a ser una guerra abierta.
Pero tenemos que hacernos valer frente a ese italiano.
-Acabo de hablar con Patricia y me ha puesto al tanto de lo sucedido.
-¿Ah, sí?
¿Y te ha contado el numerito que ha montado Raúl de la Riva por su culpa?
¿A quién se le ocurre esconder los modelos de De la Riva con el ego que tiene?
-Pero esto es una cuestión que va más allá del ego.
Os recuerdo que somos minoría en el accionariado de esta empresa.
Y, o os reforzamos nuestro voto o nos van a devorar.
-Sí, Enrique, pero ¿cómo vamos a hacerlo?
-Eso lo vais a tener que dejar en mis manos.
Voy a intentar cenar con Cafiero esta noche.
Un buen negocio se cierra en un buen restaurante.
-Genial.
Tendré que bajar a por un modelito.
-¿Quién te ha dicho que vienes?
Tengo que ir solo.
-Está bien, pero como me entere de que no estás siendo claro con nosotras, serás tú el que se quede fuera del negocio.
-Muy bien, nos vemos en la junta para reunir a Cafiero.
-Allí estaremos.
-No me fío ni un pelo de él.
-Yo tampoco.
[♪suena música tranquila] -Señor Cafiero, está todo listo.
Prensa, invitados, colección.
Solo esperamos su visto bueno.
-Bravo.
-Quería decirle que el negocio de las joyas es la gran apuesta de los Otegui, pero evidentemente el gran negocio de Velvet siempre ha sido y debería ser la moda.
-Por supuesto.
-Sería interesante que usted pudiese conocer la dinámica de nuestro trabajo.
-¿Cómo va todo?
-Bien, señor.
-No.
Mateo, ¿cómo va todo?
[exhalación] -Han sido días difíciles.
Probablemente los días más difíciles de mi vida.
-No me cabe duda.
Por eso quiero agradecerte aún más tu esfuerzo.
Alberto era un grande, pero sin duda se rodeaba de los mejores.
-Gracias, señor.
-Vamos a comernos el mundo.
Ana Rivera.
No tengo palabras para ti, cara.
Eres una mujer valiente.
Tienes que estar orgullosa.
Y no tienes que estar hoy aquí.
Va a ser mi primer día y tómate contacto y a conocer el personal.
-Por eso quiero estar a su lado.
-Gracias.
-Pues vamos allá.
A pesar de las duras noticias, tengo grandes planes para Velvet.
Y ahora hay que levantarse con más fuerza.
-Buenos días, señor Cafiero.
-Buongiorno, señorina.
-Señor Cafiero, ¿cómo está?
Encantada de conocerle.
Soy Bárbara de Senillosa, la mujer de Enrique Otegui, su socio.
-Encantado de conocerla.
-Yo soy Cristina Otegui.
Un placer.
¿Qué tal el viaje?
-[hablando italiano].
-Tome asiento, por favor.
Estábamos deseando tener esta reunión.
-¡Ah!
Usted debe ser la hermana de Alberto Márquez.
-Señor Cafiero... [hablando italiano] -Qué apropiado, Patricia.
Es verdad, hablabas italiano por... -El internado en Roma.
Las monjas no me dejaban hablar en otro idioma.
-Ahora resulta que la rubia de bote es políglota.
-Señorita Márquez, siento mucho todo lo ocurrido y que nuestra relación empieza con un evento tan trágico y doloroso.
Quisiera transmitirles... Bueno, a todos, mi más sentido pésame.
Pero no pretendo que el día de hoy se tiña todo de dolor.
Así que deben saber que me hace mucha ilusión estar al frente de Velvet.
-No podemos estar en mejores manos.
-El futuro de la empresa pasa por tres grandes apuestas.
Y, Ana Rivera, como saben, es mi prioridad.
Fue parte de mi acuerdo con el señor Márquez y un descubrimiento por el mercado internacional.
-Sin duda, pero mañana presentamos la nueva colección de joyas y yo creo que todo nuestro esfuerzo debería estar apoyándola, ¿no cree?
-Bárbara, si te parece, de eso me encargo yo.
-Es muy importante que sepa, señor Cafiero, que la idea de crear una línea de joyas Velvet fue una iniciativa impulsada por nosotras y que los márgenes de beneficio que manejamos son muy superiores a los de la moda.
-Lo importante para el señor Cafiero no son los márgenes, sino la imagen de la empresa.
Pensar en beneficios a corto plazo no hace grande una compañía.
-Lo dices como si Alberto Márquez y sus números en esta empresa fueran un ejemplo de gestión.
-Eres el menos indicado para hablar de Alberto Márquez.
-Ni pienso que ahora debe ser el momento de... ¡Santa Madonna!
[habla en italiano] -¡Ana!
¡Ana!
¡Ana!
Ana.
¡Clara!
¡Clara, llama a un médico!
-¿Qué pasa?
Ana.
Ana.
-Gracias por venir tan pronto, doctor.
-¿Qué ha pasado, Emilio?
-Mi sobrina se ha desmayado en una reunión.
Lleva unos días que ni come ni bebe.
Ha perdido a una persona muy importante en su vida y no lo sé, tal vez se trate de una depresión.
-Calma.
Vamos a verla.
-Bien.
-Dice doña Blanca que es mejor que esperemos fuera para que pueda estar tranquila.
-Pues que espere ella afuera se quiere, ¿no te digo?
-Bueno, que estamos aquí todos para echar una mano.
-Por aquí, doctor, por aquí.
-Ay, doctor, menos mal que ha llegado.
Cuídenosla, por favor, que si le pasa algo... -Ya veo que no es falta de cariño lo que tiene la paciente.
-Adelante, por aquí.
-Buenos días.
-Buenos días, doctor.
-Quédese en reposo, señorita.
No tiene que demostrar nada.
-Lleva una semana mala, no sabemos qué le pasa.
-Le ruego su colaboración, por favor, déjenos a solas.
-Claro.
-Esto ya está.
Puede quedarse tranquila.
-La verdad es que desde hace un tiempo... Bueno, desde que murió Alberto, cada vez me encuentro peor y tengo menos fuerzas.
-Normal en su situación.
-¿Mi situación?
¿Qué me pasa?
-Lo que le pasa es que está embarazada.
[♪música esperanzadora] -Pero eso es imposible.
Yo no tengo pareja y... Y hace tres meses que no tengo relaciones.
-No tengo la menor duda, está usted embarazada.
-Tiene que haber un error, doctor.
Cuando una mujer se queda embarazada, siente cosas, le falta el periodo.
-Efectivamente.
Pero hay mujeres que durante los primeros meses siguen manteniendo un manchado similar a la menstruación que puede despistarlas.
Solamente puedo darle la enhorabuena y pedirle que se cuide.
Vamos, mujer.
Ser madre es una experiencia maravillosa.
No le diga nada a mi tío, por favor.
déjeme que sea yo la que se lo diga.
-Mis labios estarán sellados si me promete que se va a cuidar y que vendrá pronto a verme.
Ahora descanse.
Con el desmayo y la noticia, sería conveniente que no forzara su organismo.
-¿Cómo está, doctor?
-Puede estar tranquilo.
Su sobrina está débil, pero se recuperará.
-¿Pero algo le pasa?
-Creo que debería ser ella la que le dé la información oportuna.
De todas formas, no es nada grave.
-¿Puedo pasar?
Gracias.
-Bueno, volvamos al trabajo, señoritas.
-Acompáñeme.
Dígame, ¿qué se le bebe?
-Nada, no se preocupe.
-¿Cómo va eso, hija?
El médico me ha dicho que no es nada grave.
-Estoy embarazada.
[♪música melancólica] Voy a tener un hijo de Alberto y no le voy a tener a él.
Lo siento, tío.
-No, hija, no hay nada qué sentir.
Todo va a ir bien.
Todo va a ir bien.
-Menudo numerito que se ha montado la cosebajos.
Esta nos deja a ti y a mí en pañales.
-Mala cara tenía, la verdad.
-Cristina, cada uno tiene sus técnicas y estas están acostumbradas a dar pena.
Y eso es precisamente lo que ha intentado hacer con Cafiero, dar pena.
Aunque la verdad ya la daba antes.
-¿Tú crees?
-Por favor, Cristina.
Si ha estado todo el tiempo con la boca cerrada hasta el final, intentando captar la atención de todo el mundo.
Menuda es la mosquita muerta.
-Parece que Ana ya ha recibido la visita del doctor y que todo está en orden.
-¿Ves cómo no era nada?
-¿Qué hay de tu cena?
-Tengo mesa para dos en el Barbieri esta noche.
-¿Cuál es el plan?
-Ganarme su confianza y que entienda que tenemos que ser sus ojos y sus manos mientras él esté en Italia.
Enzo Cafiero no dispone del tiempo que Velvet precisa, así que si conseguimos que deleguen nosotros, recuperaremos poder.
-Le he visto saludar a Patricia esta mañana de un modo especialmente cariñoso.
Tenemos que tener cuidado, no sea que se nos enrede con ella también.
-Tratándose de ella, no me extrañaría nada.
-Por favor, Cafiero es un hombre.
Jamás se le ocurriría dejar su negocio en manos de una mujer.
Dejadlo en mis manos.
Yo sé lo que hago.
-Espero que tus negocios con Cafiero vayan igual de bien que tus líos de faldas.
[risilla] -Vaya cariño, cualquiera diría que todos tus caprichos los hubiera pagado tu padre y no yo con el sudor de mi frente.
-Pichín, sudor lo que se dice sudor.
-Mi buen amigo Raúl de la Riva.
-Señor Cafiero.
-Pensé que me recibiría esta mañana.
-Me hubiera encantado poder hacerlo, pero el nido de víboras que se movía por estas tierras no han permitido levantar la vista de mi colección.
-¿Nido de víboras?
¿Qué?
-Sí, bueno, ya lo irá descubriendo.
-Pues precisamente del futuro quería hablar con usted.
¿Qué le parece un aperitivo para profundizar en el tema?
-¿Un aperitivo?
Estos europeos.
Vamos, que le invito una copa.
Sí, un aperitivo.
[risas] -Espero que estos días hayas pensado mi propuesta.
La moda de caballero para revolucionar Europa.
-Reconozco que la primera vez que me contó la idea, creía que me estaba tomando el pelo.
Pero a medida que he ido pensándola, más grande me parece.
-Así me gusta.
Un hombre libre de prejuicios.
-Uy, en eso no me gana nadie.
Señor Cafiero, ya tengo ideas.
He pensado cosas.
Llevo mucho tiempo soñando con hombres.
Y créame, nadie los ve como yo los veo.
Se lo digo en serio.
Ya tengo ideas, muchas.
Muchas ideas.
[risas] -Ambicioso, me encanta.
-Sí.
Déjeme que le invite a cenar esta noche.
Un sitio maravilloso.
-Lo siento, es que acabo de comprometerme con Enrique Otegui.
-¿Enrique Otegui?
-Sí.
Es que mañana presentamos la colección de joyas e insiste en hablar de ello esta anoche.
-Previsible.
Mire, con ese no he soñado nunca.
-Es usted incorregible, don Raúl.
-No, es que no me gusta la gente sin escrúpulos, nada más.
-Yo apenas le conozco.
Pero no tiene mal gusto, vamos al Barbieri.
-Oh, el Barbieri, no, no tiene mal gusto, no.
¿Me permite?
Voy a ausentarme dos minutos, no tardo nada.
-Por favor.
[teléfono] -¿Galerías Velvet?
-¡Mateo!
¿Qué haces ahí?
-¿Sinceramente?
-No, me importa un bledo.
Vamos a ver.
Enrique ha cerrado una cena con Cafiero a nuestras espaldas.
-¿Qué?
-Lo que oyes, esta noche el Barbieri.
Nos está haciendo la cama.
-Hijo de puta, ha tenido que ser durante la visita del doctor a Ana.
-¿Qué le pasa a Ana?
-Aún no lo sabemos, 6pero no parece grave.
-Bueno.
Vete arreglándote, que voy a buscarte en un rato.
-Está bien, te espero en casa.
-Te agradezco la oferta, Pilar.
Y ha sido toda una casualidad encontrarte aquí y poder hablar de negocios contigo.
Pero creo que nuestros destinos son otros.
-Yo no diría eso.
Cuando en realidad se unen una y otra vez.
-Pero acabo de comprar las galerías.
Mi intención es de hacer algo grande con ellas, no ponerlas en venta.
-Solo digo que juntos conseguiríamos el éxito antes.
-Qué aburrido sería.
Yo soy un hombre de juego.
Y sin contrincante, no hay partida.
-Y yo no tengo prisa.
Sé esperar por una buena mano.
Créeme, siempre llega.
-Chao.
Se me está siendo tarde y debería pasar por mi hotel.
Gracias por la copa.
-No, gracias a usted por venir a buscarme.
-Confío en ver tu trabajo cuanto antes.
-Pronto.
-Chao.
-No sé cómo voy a poder hacer esto sola, sin él.
-Ana, no estás sola, nos tienes a nosotras.
-Sé que ahora te cuesta alegrarte, pero ser madre tiene que ser algo maravilloso.
No, no, si, si yo me alegro mucho por ti.
-Pues yo estoy muerta de miedo, Rita.
No puedo sentirme feliz.
-Perdonadme, tengo que salir un momento.
[puerta se cierra] [llanto] -¿Estás bien?
-Sí, sí, es que quería ir al baño.
-Rita, Rita, que estás hablando conmigo, ¿eh?
¿Qué pasa?
-Tú no lo entiendes, Clara.
-¿No?
A lo mejor sí lo entiendo.
A lo mejor lo que pasa es que Ana se ha quedado embarazada sin esperarlo y tú lo llevas intentando desde que te casaste y no lo has conseguido.
Pero tranquila, que lo vas a conseguir.
-Que no lo voy a conseguir.
Deja de decir eso.
-¿Y por qué no lo vas a conseguir?
Si lo ha conseguido madre, la tía, Paqui... -¡Que soy estéril, Clara!
¿No me entiendes?
-Ven aquí.
[llanto] ¿Pero cómo no me lo has dicho antes?
-Pues porque tenía que aceptarlo.
Pedro tampoco lo sabe, ni Ana.
-Pero eso no te lo puedes guardar para ti.
-Yo no quería que nadie se compadeciera de mí.
El médico me ha dicho que tengo una cosa que se llama útero hostil y que para quedarme embarazada tienen que pasar no sé cuántas historias.
Así que acabo antes confiando en la Virgen de Lourdes.
-Bueno, pero eso no significa que seas estéril.
Es solo que hay una cosa ahí que lo hace más complicado, pero que vas a ser madre igual.
-No digas eso, por favor, Clara.
No pasa nada, de verdad.
Si yo ya no quiero pensar más en mí, de verdad.
Que ahora lo que de verdad importa es Ana y su embarazo.
Que yo por lo menos no estoy sola.
-Claro que no.
[llanto] [golpe a la puerta] -Don Emilio, ¿puedo pasar?
-Adelante.
-Me iba ya para mi cuarto y quería saber cómo está.
-Pues no lo sé, doña Blanca, no sé qué decir.
-Bueno, quizás es que no haya nada que decir, ¿no?
Lo único importante para ella es saber que está usted a su lado y eso ya se lo ha dicho.
[suspiro] Don Emilio, sé que ahora lo ve todo muy negro, pero estoy segura de que ese crío le va a devolver la fuerza que ella ahora mismo no tiene.
-¿Ese crío?
Precisamente, doña Blanca, me temo que no voy a poder ser de gran ayuda a mi sobrina en... Me acuerdo cuando llegó Ana a las galerías.
¿Quiere usted creer que yo no po...?
No, no, no es que no podía, es que ni siquiera me atrevía a coger esa mano tan pequeña que... No sé.
Estoy asustado, sencillamente.
-Bueno, en ese caso, de algo no servirá mi experiencia, ¿no?
No es fácil ser madre soltera.
Usted lo sabe muy bien, a Carmen me la tuvo que criar mi madre porque me quedé viuda tan joven que... Y después cometí el error de enamorarme de Esteban, y no pude hacerme cargo de ese crío.
No me lo perdono.
Para mí sería un regalo poder echarles una mano con ese niño.
Cuenten conmigo para lo que necesiten.
-Por supuesto, doña Blanca, que contaremos con usted y muchísimas gracias.
[♪música clásica] -Rioja.
No, es un Chianti.
-No, es bastante mejor.
-Cierto, pero en España no lo saben vender.
-Y me temo que con la moda nos pasa lo mismo.
Por eso estoy convencido de que Velvet va a dar un gran vuelco con usted al frente.
-Enrique, ¿no me estará, como se dice aquí, haciendo la pelota?
[risa] -Por supuesto que no.
No, le he traído aquí para que hablemos de Velvet y del futuro juntos.
Hoy, con tanto lío en las galerías, ha sido difícil encontrar un momento de intimidad compartida entre socios.
-Pues menudo susto que nos dio Ana.
Esa chica tiene talento.
Aún no me puedo creer que este país la esté castigando tanto.
Su colección es realmente buena.
-Sin duda.
Es un diamante en bruto.
No sé si sabe que fue mi hermana Cristina la que la descubrió.
-No, no, no es lo que tenía entendido.
-Sí, así fue.
Ana comenzó a diseñar porque mi hermana le encargó su vestido de novia.
Ya ve, le dio la oportunidad de su vida a una simple modista.
-Pues le felicito.
La gente que es capaz de detectar talento a su alrededor es gente muy valiosa para una empresa.
-Precisamente de eso quería hablarle.
De lo útiles que podemos ser los Otegui.
Sé que para ustedes es complicado pasar largas temporadas en España.
Y para nosotros, Velvet es como un segundo hogar.
Queremos ser sus ojos y sus manos allí.
Además, sabemos de qué pie cojea cada uno.
-¿Qué es lo que me está proponiendo?
-¡Enrique!
¡Señor Cafiero!
¡Vaya casualidad!
-Raúl, Mateo, ¿qué hacéis aquí?
-Señor Cafiero.
-Este es el sitio de moda, ¿no?
Aquí se cierran los grandes negocios.
-Don Raúl, veo que se suma a la tentación del Barbieri.
-Si quieren sentarse... -Sí.
-No, no, no.
-Sí.
-No, porque ya habíamos terminado prácticamente y buscábamos algo de intimidad.
-¿Le estabas vendiendo las virtudes de los Otegui o le estabas informando que tu padre te vetó en Velvet?
-¿De qué estás hablando?
-Mateo, no creo que tu situación en Velvet sea la más idónea para permitirte hablar en ese tono.
Tu amiguito ya no está y las relaciones con las empleadas no es que estén muy bien vistas.
-Vamos, Enrique, no te desvíes del tema.
Cuéntale al señor Cafiero lo sucio y rastrero que fuiste conmigo y toda la información que regalaste a la Galería Oxford solo para acabar con Alberto.
-Esos son calumnias.
-Eso fue la razón de tu despido.
-Señores.
-No os voy a consentir que me habléis así.
-¿De qué tienes miedo, Enrique?
¿De que el señor Cafiero descubra quién eres realmente?
-Como sigas por ese camino, te juro... -Se acabó.
Tengo grandes planes para Velvet y no voy a permitir que perdamos ninguna oportunidad por disputas internas.
-Disculpe, señor Cafiero.
-Yo no... -Efectivamente, Enrique.
No puedo ocuparme de Velvet como debería y por eso, visto lo visto, llamaré a mi hijo que se incorpore cuanto antes.
Él se hará cargo de las galerías.
-¿Qué?
-Si no sabes trabajar en armonía tendrá que ser él quien venga a poner orden.
Yo ya no estoy para enfados colegiales.
Buenas noches, caballeros.
-Estaréis contentos.
-¿Nosotros?
Eres tú quien ha intentado aprovecharse de esta situación.
Cerraste esta cena a nuestras espaldas.
Yo solo he defendido lo que es mío.
-Sí, de la única forma que sabes, hundiendo a los demás.
-Eres un cabrón.
Si Alberto estuviera aquí... -Sí, pero no está.
-Mateo.
-A ver, ¿cuándo asumes que está muerto?
[♪ Marty McCray: "Moving Down"] [quejidos] -Señores, no.
No, aquí no.
-Fuera de aquí ahora mismo.
Os llamo a la policía.
-Ana.
Quería darte la enhorabuena.
¿Cómo estás?
-No sé qué pensar.
-¿Sabes qué creo?
Que ese niño puede ser una bendición para ti, aunque no lo esperaras.
-Es que aún no sé cómo voy a pasar por esto sin Alberto.
-Sé muy bien cómo te sientes.
Yo hace un tiempo estaba ahí, en tu lugar, sola y muerta de miedo.
Pero logré salir adelante.
Y tú encontrarás tu camino, estoy segura.
El amor que se siente por un hijo es algo tan profundo que supera cualquier dolor que hayas tenido que afrontar.
Sé que mi historia te queda algo lejos, pero poco a poco me irás entendiendo.
Ese niño es fruto del amor y te dará la fuerza que necesitas para salir adelante.
[♪ Stephane Huguenin: "I Want You To Be My Man"] Todo va a salir bien, ya lo verás.
Todo va a salir bien.
[♪ Stephane Huguenin: "I Want You To Be My Man"] [♪ Stephane Huguenin: "I Need Somebody to Love"] -Disculpe.
-¿Sí?
-Estaba esperando porque quiero proponerle un acuerdo.
-¿Un acuerdo?
-Un acuerdo que no podrá rechazar.
Usted es el cartero oficial de Velvet, ¿verdad?
-Así es, caballero.
Desde hace 15 años.
-Bien.
Pues déjeme que le haga una propuesta para los siguientes 15.
[♪ Stephane Huguenin: "I Need Somebody to Love"] Es muy sencillo.
Usted no está haciendo nada malo y a su familia le está dando un futuro mejor.
-¿Serán solo las que reciba ella?
-No, serán todas las que contengan ese remitente.
Y me la reenvía a mi dirección.
Eso sí, no me falle.
Ana.
-Adelante.
Buenos días.
Gracias.
-Buenos días.
Hoy por lo visto, de verdad.
-¿Quieres un café?
-No, me basta con ver que estás mejor.
Ayer vino a verme el médico después del desmayo.
-¿Pero cómo no me avisaron?
¿Qué te dijo?
-Estoy esperando un hijo de Alberto.
[♪ música melancólica] -Me alegro mucho por ti, Ana.
Ya sé que no va a ser fácil ser madre soltera en los tiempos que corren.
Y la gente es muy mala, y más ahora que tu carrera empezaba a lanzarse internacionalmente.
Pero vamos, tranquila, esto seguro que Cafiero lo entiende.
-No me ha dado tiempo a pensar en todo eso, Carlos.
La noticia es muy reciente.
-Claro, y sabes que me tienes para lo que quieras.
-Gracias.
-Bien.
Será mejor que me vaya.
Tú necesitas descansar y yo no quiero molestarte.
Llámame para cualquier cosa.
De todas formas, pasaré mañana para ver si necesitas algo.
-Gracias por todo lo que estás haciendo, Carlos.
-No me des las gracias, Ana.
Lo importante es que te cuides, que te recuperes.
Y sabes que estoy a tu lado para ayudarte.
[♪ música melancólica] -Quita.
¿Me quieres dejar?
-¿Te duele?
-Para, que te he dicho que está bien.
¿Me puedes dejar?
-¿Qué te ha pasado?
-El maravilloso plan de Enrique, ha hecho aguas.
-¿Cafiero te ha hecho esto?
-Mateo me ha hecho esto.
-¿Mateo?
-Él está peor, no os creáis.
-Sí, bueno, la cuestión es que los dos gallitos de corral han decidido pelearse en mitad del restaurante.
Y ahora Cafiero va a incorporar a su hijo en las galerías.
-No me lo puedo creer.
-Ha decidido no delegar en nosotros porque no se fía del buen ambiente que haya en la empresa en su ausencia, el muy cretino.
-¿Y qué vamos a hacer ahora?
-Pues intentar ganarse al hijo.
-Enrique, si Enzo va a traer aquí a su hijo para que nos controle, no hay pacto que valga con él.
-Tendremos que utilizar nuestras armas de mujer.
-Eso no ha tenido gracia.
-Pues si no las utilizamos nosotras, será la fresca redimida la que se encargue de la bragueta de ese pantalón.
-Basta, no te quiero oír hablar así.
A lo mejor todavía estoy a tiempo de intentar convencerle de que no traiga al hijo.
-Permíteme que lo dude, Enrique.
-En el desfile lo voy a convencer, cuesta lo que cueste.
-Buenos días.
-Buenos días.
-Anoche te llamé y no cogías.
-Tuve que salir.
-¿Ah, sí?
Pues si te apetecía salir, podías haberme llamado.
Mateo, estaba preocupada... -Mira, Clara, no está el horno para bollos.
-Ya, ya sé que no está el horno para bollos.
De verdad, Mateo, que no te reconozco.
Entiendo que puedas estar pasando ahora mismo por un proceso muy doloroso, pero tú no eres el único que ha perdido a Alberto.
Y anoche te llamé... -Tengo mucho trabajo, Clara.
-Mateo, lo que te quiero decir es muy importante... -Pues ahora no es el momento.
Estoy terminando unos informes para Cafiero y no tengo tiempo ni para tus cotilleos, tus quejas, ni nada que no esté relacionado con el trabajo, ¿entendido?
[♪ Stephane Huguenin: "Stay By My Side"] -Eres un auténtico imbécil.
Y si anoche te llamé era para que supieras que Ana está esperando un hijo de Alberto, pero supongo que eso no es importante.
[♪ Stephane Huguenin: "Stay By My Side"] -Mateo Ruiz Lagasca, ¿se puede saber qué te está pasando?
-¿Me lo preguntas tú a mí, Raúl?
Que se nos está yendo de las manos, ¿o es que no lo ves?
Alberto deja todo organizado y ahora Cafiero incorpora a su hijo, Enrique no se hace la cama y Ana está embarazada de un crío que jamás va a conocer a su padre.
-¿Qué?
-¿No te lo ha dicho Clara?
[suspiro] -Dios mío.
Con razón Clara lloraba como una niña.
[♪ Stephane Huguenin: "Stay By My Side"] La estás perdiendo, Mateo.
Deja de pensar solo en tu propio dolor y haz algo o te vas a quedar solo.
-No quiero que sufra.
No quiero hacerle daño, Raúl.
Yo estoy roto.
No sé.
¿Has visto a Ana estos días?
¿De verdad crees que merece la pena amar a alguien?
-¿Tú crees de verdad que Ana se arrepiente de un solo segundo de los que ha pasado con Alberto?
¿A pesar del sufrimiento que está viviendo ahora?
Te estás dejando llevar por el miedo, Mateo.
No lo hagas.
Porque este es el camino más fácil de enfrentarse a la verdad.
-¿Y cuál es esa verdad?
-La verdad es que esta vida es un suspiro.
Y si no lo vives intensamente con la persona que amas, no merece la pena.
Hazme caso, amigo.
Hazme caso.
[♪ Stephane Huguenin: "Stay By My Side"] -Rita.
-Dígame, don Raúl.
-¿Qué hay de cierto sobre un supuesto embarazo de Ana?
¿Qué te pasa?
-Buenos días.
-¿Ana?
[suspiro] -Hay que empezar a mirar hacia delante, ¿no?
-Lo que no arregla una aguja y un hilo no lo arregla nada.
Bienvenida, cariño.
-Gracias.
-Bienvenida a tu taller.
Te hemos echado de menos.
-Y yo a vosotros.
Raúl, ¿puedes venir conmigo un segundo?
Te quiero contar algo.
-Sí, claro.
[risas de emoción] -Rita.
Toma.
Aquí está lo que os faltaba.
-A veces sois un empalagoso.
-¿Qué te pasa?
-¿Qué no lo ves?
Que Ana se ha levantado.
-Ana está embarazada.
-¿Qué?
¿Como la Virgen María?
-No, primo, que tendrá un padre.
-Don Alberto.
Don Alberto Márquez.
-¿Pero cuándo?
-Este niño es una prueba de vuestro amor.
-Me encantaría que se pareciera a Alberto.
-Albertito Márquez Junior.
[risa] Enhorabuena, cariño.
Vas a ser una madre maravillosa.
-Gracias.
-¿Raúl?
-¿Qué quieres, Patricia?
-Me gustaría presentar alguna de las joyas de la colección sobre telas.
Y quería saber qué teníamos a disposición en el taller.
-Ahora quiere ir al taller.
Ahora sí le interesa el taller.
Mira.
-Raúl, aunque no lo creas, estoy intentando hacer las cosas lo mejor posible.
-Ana, ¿estás embarazada de Alberto?
-Sí.
-Me gustaría que supieses que puedes contar conmigo para lo que necesites.
Sé que Alberto y yo no nos llevábamos muy bien, pero no quiero que esa herida dure para siempre.
Por favor, si hay algo que pueda hacer, dímelo.
-Gracias.
-La colección que presentamos hoy es la que Alberto me dejó antes de marcharse.
¿Te gustaría verla?
-Claro, me encantaría.
-¿Me ayudas con las telas?
-Sí.
Sí, sí.
Acompáñame.
[♪ música nostálgica] -¿Qué te pasa?
¿Estás pensando en Ana?
¿Que te da pena que vaya a tener al crío sola?
Es normal, ¿eh?
Pero yo creo que teniendo a su tío Don Emilio con ella, no la va a dejar ni a sol ni a sombra.
Así que sola, sola, no va a estar.
Lo que estaba pensando... ¿Te imaginas que se lleven bien sus hijos y los nuestros?
Sería maravilloso.
O no, no, que se enamoren.
Puede que seamos una familia.
-Para.
¡Para ya, que no quiero hablar ni de hijos, ni de familia, ni de nada!
-¿Qué estás diciendo, Rita?
-Que no vamos a tener hijos, Pedro.
Yo no puedo tener hijos.
-Rita.
-Lo siento mucho, Pedro.
Y sé que te lo tenía que haber dicho antes, pero yo tenía mucho miedo de que me dejabas.
[sollozo] -¿Tú sabes que eres lo que más quiero en este mundo?
Y que yo no necesito nada más para ser feliz.
-Pero, Pedro, si tú siempre habías dicho que te imaginabas una casa llena de críos.
-Pero esa casa sin ti no sería lo mismo.
Ven aquí.
-Ana.
Quería darte la enhorabuena por... -Gracias, Jonás.
-La verdad es que no sé cómo te puedo ayudar, pero cualquier cosa... -No te preocupes.
Aún me quedan unos meses para hacerme la idea y organizar todo.
-Claro.
-Me alegra verte en el taller.
-Yo también me alegro de estar aquí, ya lo necesitaba.
-Bueno, pues ahora disfrutar del bebé y de todas las cosas buenas que vengan.
-Oye, ¿habéis visto a Rita?
-Se ha ido con mi primo.
Estaba un poco rara.
-¿Cómo que rara?
-Cuando estabas hablando con Raúl, estaba como ausente y se fue.
-Ana, es posible que Rita se enfade conmigo, pero creo que hay algo que deberías saber.
Jonás, ¿nos dejaría solas un momento?
-Ah, que no me puedo enterar, claro.
-Rita tiene una dificultad para quedarse embarazada y está sufriendo muchísimo.
-¿Pero qué le pasa?
-Pues le hicieron pruebas y el doctor le dijo que tiene útero hostil.
[♪ música melancólica] -Rita.
Pedro, ¿nos puedes dejar a solas un momento, por favor?
Lo sé todo.
¿Por qué no me lo dijiste?
Rita, que soy yo.
Que siempre cuidé de ti y tú de mí.
Y lo vamos a seguir haciendo como siempre.
No te voy a dejar sola en esto, ¿eh?
No voy a dejar que te rindas.
-Cuando me dijiste que estabas embarazada sentí y pensé que yo no podía y tú sí.
Soy una amiga horrible.
-No.
¿Crees que no me da a mí envidia verte con Pedro?
Yo quisiera que Alberto estuviera aquí.
Pero soy feliz por vosotros.
-Y yo también.
-Y lo sé.
-Yo no sé si me voy a poder quedar embarazada, pero te juro que a ese niño que viene lo voy a criar como si fuera mío.
-Te quiero mucho.
-Yo también te quiero mucho a ti.
-Raúl, Raúl.
-Mira, Mateo, por favor, si vas a hablarme de los Otegui y los desgraciados que somos en las salarías no me apetece.
Perdón, señora.
-Voy a pedirle a Clara que se case conmigo.
-¡Sí!
¡Sí!
¡Sí!
¡Sí!
¡Sí!
¡Sí!
¡Sí!
¡Sí!
-¡Para, para, para, para!
-¡Sí, sí, sí!
Sabía que no ibas a decepcionarme, bigotito.
-No sé qué hacer.
Estoy muy nervioso.
La quiero.
No quiero perderla.
Quiero estar con ella, pero necesito ayuda.
-¿Por qué yo nunca soy el protagonista de estas historias?
Venga, que te voy a ayudar.
-No puedo hablar de mis sentimientos.
¡Me cuesta!
-Que no, que tienes que soltarte.
Tienes que dejar de pensar.
No, no pienses.
¡Suéltate!
[♪ Stephane Huguenin: "Selfish Love"] ¡Estás muy rígido, suéltate!
-¿Quieres casarte conmigo?
-Es la declaración de amor más bonita que me han hecho jamás.
La vas a hacer muy feliz, ¿verdad?
-Gracias por todo, Raúl.
-Te va a decir que sí.
[♪ FitnessGlo: "The Way You Make Me Feel"] [puerta se cierra] [teléfono] -Galerías Velvet, ¿dígame?
Sí, sí, así es.
Mañana a las 10:30.
[teléfono] -Galerías Velvet, ¿dígame?
No, no, ahora mismo no está, no.
Si quiere que le deje algún recado... De acuerdo.
-Clara, -quiero decir... -No, no, no, Mateo, no me digas nada porque ya sé lo que quieres hacer.
-¿Lo sabes?
-Sí, y no me pienso quedar aquí para que me digas que quieres ser un cretino solitario.
-¿Un cretino?
-No sé por qué he pensado que eras diferente a los demás.
Eres un cobarde.
Ya veo cómo te tomas tú las dificultades de la vida.
-Déjame que te explique, por favor.
-Se acabó.
Yo también estoy sufriendo con esto.
No me vas a hacer más daño.
-¡Un momento, un momento!
[♪ FitnessGlo: "The Way You Make Me Feel"] ¿Has visto a Clara?
-No, no la he visto.
-¡Clara!
¡Clara, espera!
¡Espera, espera!
¡Te quiero!
[♪ Steve Vaus: "Carrie"] Estoy loco por ti.
Y quiero pasar el resto de mi vida contigo.
Espérame.
No te muevas de ahí, espérame.
Perdóname.
Estoy pasando por el peor momento de mi vida.
-Lo sé, sé que... -No, no, déjame terminar.
He perdido a mi mejor amigo.
No sé cuál va a ser mi lugar en estas galerías.
Lo único que sé es que no quiero perder a la mujer de mi vida por mis miedos.
Así que... Clara Montesinos, ¿quieres casarte conmigo y ser feliz a mi lado el resto de nuestra vida?
-Sí.
Sí.
Sí.
Sí.
[aplausos] -¡Que ha dicho que sí!
-Sí, no te preocupes.
La colección ha quedado perfecta.
Valentín, deberías preocuparte más por tu fortuna y menos por mi trabajo.
[golpes a la puerta] ¿Carmen?
Sí, sí, acaba de llegar tu madre.
Valentín, te dejo.
Sí, sí, te llamo luego para contarte cómo ha ido todo.
-¿Hablabas con mi hijo?
Cualquiera diría que os acabáis de casar.
-No sé de qué me habla.
-A mí no me engañas, Patricia.
Tú a mi hijo no le quieres.
-Mire, doña Carmen, daría cualquier cosa porque su hijo estuviese hoy en la presentación de la colección de joyas.
Pero por lo visto, ciertos asuntos familiares, que se me ocultaron el día de mi boda, le tienen muy ocupado.
-Los trabajos de reconstrucción de la mina están siendo un poco más lentos de lo que esperábamos.
Pero todo está saliendo muy bien.
-Eso espero.
-Y yo espero que esta noche todo salga a la perfección.
La familia Alcocer estará directamente relacionada con el éxito o con el fracaso de esta colección.
-Lo hablamos más tarde.
Me están esperando.
-Muy bien.
Luego nos vemos.
Por cierto, te acompaño en el sentimiento.
[♪ Robert J. Walsh: "Those Things You Do"] -Bienvenida.
-Buenas noches.
-Gracias por venir.
-Enhorabuena por la colección.
-Todo es mérito de Patricia.
-Bueno, yo... Esto ha sido un trabajo en equipo y yo solo soy la responsable.
-Qué modesta, Patricia.
Gracias.
-Buenas noches.
-Vaya despliegue.
-Es increíble el poder de convocatoria.
Para ser la primera colección.
-Imagínese lo que podríamos llegar a hacer.
Pero para eso necesitaríamos su apoyo y confianza.
-Enrique, me quisiera volver a... -No, no, no.
No, vamos a disfrutar del desfile y ya tendremos tiempo de hablar.
Estoy seguro de que verá las cosas desde otra perspectiva.
-Creo que aún no nos conocemos lo bastante.
-Espero poder sorprenderle.
-Señoritas, está todo listo.
-Muchas gracias, Don Emilio.
Enseguida empezamos.
-Bueno, antes habrá que decir unas palabritas, ¿no?
-Sí, Bárbara.
Del discurso me encargo yo.
-Pero subimos contigo, Patricia.
El proyecto es cosa de las tres.
-Buenas noches y gracias por acompañarnos.
Hoy presentamos la primera colección de joyas Velvet con el apoyo del gran empresario de la moda y nuevo accionista de las galerías, Enzo Cafiero.
[aplausos] Joyas Velvet es un proyecto que empezaron Alberto y mi padre... -Sí, muy bien, Patricia.
Como bien dices, empezaron.
Pero lo que ahora mismo les vamos a presentar es el resultado de nuestro esfuerzo.
Un proyecto liderado por las mujeres de estas galerías.
Un proyecto nuevo y exclusivo.
Así que espero que disfruten.
Y que compren muchas joyas.
-Gracias, Bárbara.
Con todos ustedes, las joyas Velvet.
Va por ti, Alberto.
[aplausos] [♪ David y Cacavas: "In French the Words Are Beautiful"] -Hay cosas que no cambiarán nunca.
Me alegra verte así.
-Ayer por la noche sé que me mandó a doña Blanca.
-¿Quién, yo?
-Y se lo agradezco.
Me habló de muchas cosas y hoy lo veo todo de otra manera.
Aunque no sé cómo vamos a salir adelante.
-Yo tampoco, hija, yo tampoco.
-A ver cómo reacciona Cristina cuando se entere de mi embarazo.
Lo mismo me echan.
-No te preocupes, ya nos apañaremos.
-Juntos.
-¿Cómo si no?
[aplausos] -¡Bravo, bravo!
[habla en italiano] -¿Se puede saber qué estáis haciendo?
-Chupar foco y no otras cosas.
-Patricia, relájate y disfruta, aunque solo sea por el futuro del hijo de tu hermano.
-Aquí el único hijo de mi hermano es el que está esperando Ana.
-¿Estás embarazada?
-Deja ya esta guerra, Cristina.
-Ni lo sueñes, esto acaba de empezar.
-Ana, ahora que Alberto no está, necesitas a alguien que te cuide.
Y estaría dispuesto a hacerme cargo de ti y de tu hijo.
-Tendremos que poner orden antes de que vosotros mismos destruyan Velvet.
Marco.
-[habla en italiano] -¡Ay, mi madre!
-El camino para hacerse con estas galerías es la lealtad.
Comportándose así... -¿Lealtad?
¿Y cuándo se supone que iba a contarme lo de su embarazo, señorita Rivera?
-Trata de pasar desapercibida, no la liemos ahora.
¿Entendido?
-¿Mateo?
-¡Mateíto!
-¡Madres!
-Este es un lugar seguro, aquí no suele venir nunca nadie.
-¿Se puede saber qué está haciendo aquí ese hombre?
-Me persigue la policía.
-¿Cómo?
-No la quiero aquí, Bárbara.
No voy a permitir que ocupe un lugar que no le corresponde.
-Me da igual lo que usted haga.
-Mejor.
Así no me molestará cuando eche a Ana de las galerías.
-Cuidado, señora Otegui.
Mucho cuidado.
-Esas cartas eran todas... -¡Mierda!
Si yo no voy a tener un hijo de Alberto, tú tampoco.
[grito]
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